miércoles, junio 29, 2005

Aún hay más

Me sentía como quinceañera al escuchar el CD enterito de todos los valses que se utilizan en los XV años de las mexicanas. Se sucedieron uno tras otro, sin solicitarlos, pero parecía que pronto se acercaría una celebración similar para quien programa la música dentro de la red de audio del Sistema de Transporte Colectivo.

De todas las melodías transmitidas desconozco el nombre, eso sí, no podía faltar la del canto de la sirena o la magistralmente interpretada por nosequién, que lleva al clímax con la exhaltación de los acordes desencadenados en fracciones de segundo para culminar en una pausada sucesión de notas y que se llama "la que bailó mi prima Paty en sus quince".

El encantador momento se interrumpe por la llegada del convoy a la estación, y mi divagada mente, entre recuerdos inventados, me hace imaginar que alguna vez soñé con ser la reina del limitado espacio que tenía el patio de la casa. Y al volver a la realidad, la música era otra, dulce, melosa, un insultito de esos como los de Ray Coniff, Di Blasio, Frank Pourcel o los coritos del Buki. No paró ahí, pero mis recuerdos sí.

jueves, junio 02, 2005

Me voy a enamorar

Era, como siempre, el amor de mi vida. De primera instancia robó toda mi atención y se portó tan indiferente que, a cada indiferencia, se ganaba mis vísceras, incluido el corazón.

Pero, ¿por qué me veía tan de reojo? Quién mejor que él para satisfacer mi necesidad de una historia feliz para ese dia, y eso de que me veía de reojo era porque, quizá, la imaginación me hacía pensar en ello, y me hacía imaginar la vida restante a su lado, pensar si sería chido presentarnos e iniciar el tan mágico cuento del príncipe y el princeso.

Yo pensé que, finalmente, había resultado la posión que me preparó Israel. Claramente me lo dijo: "yo te hago el amarre por quinientos, pero si no te pela, es que no era para tí". ¿Cómo habría de resistir tan tentadora oferta?

Otra de comadres

Y por venir puteando, que tira los flanes. Estoy seguro que le dio menos coraje que a mí, al menos se ve que él los prepara y que todo el proceso de elaboración no es tan doloroso como cuando los ve bajar en sus charolitas individuales a las vías del metro.

En alguna ocasión, uno de mis teléfonos fue a dar el mismo paseo, solamente que pudo volver a mí. En este caso, doña flanera no pudo bajar por su producto, y el coraje mio iniciaba con el hambre intensa que me aquejaba, y ver ese desperdicio fue brutal. Hace mucho que no pruebo un buen flan napolitano, meses, y mi tripita también se enojó.

Mi lengua se interpuso varias veces entre mis dientes como castigo ante tal desperdicio. Pero yo no fui culpable, yo sólo observé como aquellos postrecitos se iban al vacío, igual que cuando caen al tracto digestivo. Tal vez sirvan como anzuelo para electrocutar a alguna rata de las vías, o simplemente, para el objetivo que fueron creados: terminar por ser mierda.

Un mes de inactividad

Y luego me pregunto por qué mis lectores cautivos se van. Un mes, ¡un maldito mes sin catarsis! Pero las historias no paran de suceder. Alguien nuevo llegó a mi vida para darme esa alegría que da un juguete nuevo que no te hartará en un buen tiempo.

Más que nuevo acompañante, más que confidente, es mi nuevo amor. No pensé que me hiciera tan feliz contar con su presencia a donde quiera que voy. Mi nuevo Nokia es parte de los amores que vienen a complementar mi vida, junto con Nekokun y mis dos trabajos.

Con un teclado extendible, capacidad hasta para tres mil caracteres por texto, cuatro megabytes de memoria y un fácil aprendizaje de su uso, las historias no paran de suceder ni de ser atrapadas. Qué bonito el consumismo.